Me ví arañando el último centímetro de vida. El mismo que separa el miedo que afronta el valiente del temor que paraliza al cobarde.
Pensé en como la lluvia que resbalaba por mis mejillas dejaba un resquicio de libertad como la estela de un barco. Y en como gasté toda una vida en el intento de seguirle el rastro.
Como me gusta leerte.
ResponderEliminarPor cierto,
no tardes tanto en escribir, por favor.
Saludos.
Y te dije: Lo triste es que la estela de un barco siempre desaparece
ResponderEliminarY me contestaste: pero el mar sigue ahí para siempre
...parece que compartimos misión, Espía Rusa...
ResponderEliminarInteresante. Estamos en la misma onda.
ResponderEliminarParece que compartimos algo más que una ciudad. Saludos